Este democrático blog, en donde no se censura a nadie, se cubre de ignominia al publicar el indecente mamotreto pergeñado por nuestro poeta laureado, Esopo morocho y rey del cuento chino/japonés.
Se le sugiere que cuando salga de casa revise cuidadosamente su Toyota, no vaya a ser que le ocurra lo mismo que a ese desafortunado físico nuclear iraní hace un par de semanas. El brazo de Mossad es más largo que el del SIN de su padrino.
Editorial El Ahijado También Miente - Derechos Reservados, 2011 |
LA INCREIBLE Y TRISTE HISTORIA DEL CANDIDO YEHUDE Y SU DESVIRGADORA DESALMADA (I)
Había sido una excelente idea que la promoción 1974 de ingeniería industrial volviera a reunirse.
Después de visitar las aulas se trasladaron al Hotel Bolívar. Comieron opíparamente y al final quedó en la amplia mesa un pequeño bosque de cervezas. Ya las chicas –Ana María Altamirano, Rosario Alvarez, Fulvia Clarich, Socorro Correa y Alicia Higuchi- se habían retirado.
Lo único extraño de aquella reunión era la presencia de –utilizaremos un nombre falso- Teresa, la joven, pero poco agraciada jefe de prácticas que no se sabe cómo se había colado allí. Era la única mujer en medio de diez varones. Para subrayar lo singular de su presencia debemos decir que no apartaba su mirada de Yehude.
Todo el mundo se daba cuenta. Teresa, a quien llamaban “Loca Teresa” por su carácter díscolo y medio chiflado, era fea, pero tenía un cuerpazo. Siendo estudiantes algunos reprobaron Análisis Matemático I, I y III por no prestar atención a las clases y quedar más bien embobados con el culazo de la jefe de prácticas. El que menos soñaba con comérsela, pero ella solo le prestaba atención a Pederewski, el baby face de la clase, o como murmuraban Agois, Bravo y Casanova,”el cara de huevón”.
Habían pasado siete años desde que egresaran y Teresa había echado más cuerpo, ya se acercaba a los cuarenta, pero su afición a los deportes la mantenía en excelente forma.
¿Qué cómo se había colado en la reunión de la promo? Había visto un avisito en la Sala de Profesores. Cuando se enteró que la promoción 74 de ingeniería industrial visitaría la UNI solo deseo que fuera de la partida el “Polaco”, que era también como se le conocía a Moshé Pederewski.
Canceló una de sus clases para estar presente en una clase del recuerdo. Sí, allí estaba el “Polaco”, un poco más “grandecito”, pero siempre con esa cara de cojudo que la sacaba de quicio.
Ahora, la Loca Teresa vivía no solo pendiente de este ex alumno; ella era una reconocida ninfómana y ya se había cepillado a varias promociones y ningún profesor. Si algún tornillo le faltaba eso tenía que ver con su obsesión por los alumnos, por los chibolos. Ella quería ser siempre una “desvirgadora”. Cuando descubría un chico virgen perdía todos los estribos.
Y bueno, ¿por qué esta obsesión particular con Yehude? Ya lo dijimos, por la cara de niño bueno y…por su fama de virgen. Por una ingenuidad del tamaño de una catedral del “Polaco” todo el mundo se había enterado que jamás había practicado el coito.
Lo primero que se le vino a la cabeza a Teresa fue ¿seguiría siendo virgen? Bien difícil se dijo. A ella se le había escapado durante años, pero alguna ya lo habría reventado al chato. ¿Y si no? Inmediatamente se sintió húmeda en las partes pudendas: empezaba a perder los estribos.
Con los tragos encima, Barreto y Agois, viejos compañeros que siempre lo jodieron hicieron la pregunta del millón: “Y, Yehude. ¿sigues Pitin Zegarra? Teresa despertó de su ensimismamiento; todos esperaban una respuesta del “Polaco”.
- Ese es un asunto personal, no jodan.
Todos rieron , incluso Teresa. Era evidente que el ingeniero no se había graduado en “eso”.
Los diez egresados y la jefe de prácticas se retiraron, bien mamados, a las 8 de la noche. Sin saber cómo Yehude terminó en un taxi con Teresa: el rumbo era desconocido para él.
Cuando el taxi se detuvo frente a un telo de la avenida Túpac Amaru, muy cerca de la UNI, a Yehude le vinieron los muñecos:
- Oye, oye, para que nos paramos aquí; ¿Tú vives aquí?
- Primero págale al señor.
Yehude metió mano al hígado, y le canceló la carrera al taxista.
- ¿Tú vives aquí?
- ¿A qué hemos venido?
La Loca Teresa se desabotonó la blusa y dejó al descubierto parte de un par de buenas tetas.
- A lo que vienen un hombre y una mujer.
Yehude tragó saliva. Teresa, ni corta ni perezosa lo tomó de la mano y lo arrastró hasta el interior del establecimiento. Un dependiente los miró casi aburrido:
- DNI de los dos, por favor.
Yehude subió casi maquinalmente, no ofreció ninguna resistencia ¿Podía ofrecer alguna? Ya en el cuarto Teresa lo aparró sin miramientos y el “Polaco” agarró viaje porque también le había subido la libido.
La loca Teresa se desprendió de él súbitamente y anunció:
- Voy a hacerte un strip tease del carajo.
Yehude aprobó la idea muy entusiasmado.
-Pero eso sí – dijo la Loca- tú te estás quietecito hasta que acabó, no te me vayas a tirar encima a violarme.
- Te lo prometo - dijo Yehude.
- No, no, no, aquí las promesas no valen –dijo ella a tiempo que extraía de su cartera un mar de esposas.
- Vamos a asegurarnos.
- Oye, ¿que eso? – preguntó alarmado un cada vez más sorprendido Yehude.
- Son marrocas, ingeniero. Mi hermano es soplón, de la PIP, y yo te las voy a poner para que no me vayas a forzar.
- Tú estás loca.
- Solo un rato. Te sujeto los brazos a la cama. Eso sí calatéate, mi amor.
- Pucha que tu eres media sádica. Yo la verdad que prefiero que lo dejemos para otra vez.
La Loca se transformó de repente; dejó de parecer una hembra arrecha y se convirtió en un chito prepotente. Yehude se asustó.
- De aquí sales hombre o muerto. O…le digo a todo el mundo que no me quisiste hacer nada, que eres gay.
- Está bien, Teresa, pero solo un ratito. Podamos hacer el amor, pero de manera natural y sana.
Teresa lanzó una carcajada:
- Qué bonito hablas, polaquito, pero yo no quiero hacer el amor contigo, yo quiero cachar. Hace años que te tengo hambre y la verdad, la verdad, quiero salir de dudas porque la idea de que eras cabro se me ha pasado varias veces por la cabeza.
- ¿No se te quema el arroz, no?
- ¿Cómo se te ocurre?
-¿Es tu primera vez, no?
Yehude pensó que negarlo era inútil, y que además ya había aceptado terminar de una vez con su virginidad. No más fotos y videos, no más masturbación. Teresa se acercó totalmente desnuda a un Polaco atado a la cama con marrocas y preguntó nuevamente.
- ¿Sí o no?
-Es mi primera vez - dijo él asustadísimo.
Luego siguió con la mirada a la Loca Teresa. Esta fue a abrir nuevamente su cartera; sacó de allí una botella de vodka, bebió un largo trago, contuvo el liquido en la boca.
- ¿Qué haces? - dijo Yehude al verla acercarse a él como un felino.
Teresa empezó a rociarle vodka por todo el cuerpo: por los pies, por las verijas, por el cuello, por las orejas. Luego lo volteó un poco y le roció el rostro y finalmente el poto.
- ¿Estás loca? ¿Qué te crees, una chamán?
- Tú vas a ser mi coctel favorito: te voy a lamer todo, Polaquito.
- ¿Quieres más vodka?
- Voy a terminar odiando el vodka.
- Eso es lo que tú crees, mi amor, después de esto vas a ser un fanático del vodka hasta viejo, te lo aseguro. A mí debiera de contratarme Smirnoff: fabrico borrachos a futuro.
5 comments:
Borges era un caballero, pero su fan Pederewski siempre encuentra el atajo obsceno para perpetrar una malandrinada. El relato no está completo ni corregido y por un mínimo de pudor debio de carecer de prólogo autoesculpatorio. No resulta tampoco una casualidad que Yehude haya publicado El Aleph antes co el propósito evidente de echarle sombras a esta historia deustuana. Pero ¿qué se puede hacer con un judío viejo y zamarro,en verdad incorregible y que encima tiene la concha de llamarse libertario? Es un vil tramposo, un auténtico sudaca que ha llevado a cuestas toda la cultura de la picaresca peruana a la británica Wellington. Ahh, judío pendejo, criollísimo, ya no tienes remedio. Pero ya había advertido la jugada indecente de este tahur. Por si acaso el relato no acaba allí.
La segunda parte se publicara apenas se reciba, una vez que el burocratico poeta la remita.
Se estima que para el 2015.
Toda gran obra merece un prólogo. El mamotreto de melCOQchita no podía ser la excepción.
Smirnoff es vodka malo. Salud, pero con Belvedere.
Que siga la joda.
Claro es malo el Smirnoff, pero la pobre Teresa no tenía caché alcohólico: ella solo inoculó un vicio.
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