Match que capturó la atención de muchos de nosotros, ajedrecistas o no. ¿Se acuerdan?
Tiempos aquellos. No existía internet, así que con amigos del club de ajedrez de la UNI seguíamos una a una las jugadas por télex en las oficinas del diario Expreso, en el centro de Lima. Cada partida la analizábamos esa noche en el club de ajedrez San isidro.
El match Fischer – Spassky, por el campeonato del mundo de 1972, en Rejkiavik fue singular por razones que poco tenían que ver con el ajedrez.
Fischer, que nunca había ocultado su fobia a los maestros soviéticos; y sus excentricidades, exigencias y reacciones, a veces infantiles, lograron interesar al público, de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez profesional. Lo excepcional del norteamericano, sin embargo, eran sus resultados. Su ELO era 125 puntos superior al de Spassky.
Tal era la distancia que Fischer mantenía con relación a sus contemporáneos, que parecía invencible. No obstante, enfrentaba a un rival temible, otro mito de invulnerabilidad: la poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, que había producido a todos los campeones mundiales desde 1948, y había ganado cada Olimpíada desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado fuera de Moscú.
El ajedrez era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con implicaciones políticas, pues sus triunfos eran considerados una prueba de la superioridad del régimen. Botvinnik puso a disposición del equipo de Spassky un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; en el que Bondarevsky abordaría la parte técnica; Geller el repertorio de aperturas; Krogius la asistencia psicológica; y Ney se encargaría de la puesta a punto física del campeón.
Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de ajedrez.
Fischer perdió las dos primeras partidas, la segunda por no presentarse. Parecía que Spassky retendría el título, pero Fischer ganó la tercera. La cuarta partida fue tablas y desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro estadounidense. Fischer venció a Spassky tras 21 partidas coronándose campeón el 1 de septiembre de 1972 con un total de 7 victorias, 3 derrotas y 11 tablas. Hasta hoy es el único norteamericano en conquistar el título.
11 comments:
Hay mucha literatura al respecto, pero no se necesita ser ajedrecista para disfrutar de estos dos magníficos libros que recomiendo: Bobby Fischer goes to war de D. Edmonds, End game de F. Brady.
Moshe ¿Que es de Bobby Fisher?
Existe? se ha dedicado al alcohol, se ha retirado del mundanal ruido.
yo recuerdo a ese fisher, lo vi jugar fue uno de los carasucias de San Lorenzo de Almagro, jugo con el bambino vieira, telch, tojo pedro alexis, luego se fue al brasil y jugo por el botafuego
mensaje secreto: para peter (es referente al trabajo en tu memoria, yo te mando la mia, o como quieres, se quieres te la man do
El ajedrecista TEOFILO reaparece, bienvenido al BLOG, reportate seguido.
Tu siempre, coherente y ubicado.
Carlitros, a Fischer se lo llevó la pelona en el 2008. Falleció en Islandia.
Teofilo Scipión Zapata reaparece después de muchas lunas. Un abrazo al amigo de los zapatos de taquito aperillado.
Hay que descorchar una botella de fino champagne para celebrar la muerte del criminal dictador norcoreano Kim Jong Il.
Salud por eso!
Nunca celebro, judío impío, la muerte de ningún hombre. Será la justicia divina la que se encargue de él.
Y para que mejor conozcas mi filosofía os mando un poema escrito justamente hoy (cada poema es un milagro) para mi libro La posible hermosura del mundo:
LOS GUERREROS DE TERRACOTA DE QIN SHI HUANG
Para que se enterara el Cielo
Que la tierra se unificaba en su puño,
Qin Shi Huang,
Poderoso entre los poderosos,
Mandó esculpir la noticia sobre el monte
Tai y otras montañas sagradas.
Para seguir siendo emperador en el Cielo
Mandó fabricar miles de guerreros de terracota,
Que lo acompañarían a su tumba.
Para que Qin Shi Huang se dejara de estupideces
El Cielo le envío una muerte deshonrosa,
E hizo vivir por siempre
A sus guerreros.
Poeta laureado, tu extrema generosidad y magnanimidad me conmueven.
Este hebreo ateo y pecador se retira avergonzado a rezar 1,000 padrenuestros.
¿Justicia divina? Ahora cuéntame una de vaqueros, tío COQ.
Tío soy, Jacobo, recontratío.No me preocupan las canas.
Post a Comment