11 July 2011

El Fracaso del Socialismo

Para empezar debemos definir qué es socialismo. A pesar de que su nombre provenga de "social", lo que realmente implica es planificación central. Existen varios socialismos, desde el utópico, pasando por el marxista hasta llegar a su primo hermano, el nacionalsocialismo. Pero, ¿qué tienen en común estas tendencias, cuyos integrantes pasaron tanto tiempo tratando de diferenciarse entre sí? Algo fundamental: la desconfianza o desprecio por la autonomía del individuo y la insistencia en politizar y planificar centralmente las actividades de una sociedad.

La actividad humana genera propiedad. Somos dueños de nuestro propio cuerpo, y por añadidura de los frutos obtenidos mediante su uso. Es bajo ese concepto que los liberales del siglo 19 habían formulado la verdad universal de que somos dueños de "nuestra vida y nuestra propiedad". Ya que nuestra supervivencia como seres humanos es inseparable de nuestras necesidades materiales, pero a la vez nuestros derechos terminan donde empiezan los del otro, la ética que emergió una y otra vez en la historia confirma esos principios tan evidentes ahora. En otras palabras, el socialismo es por definición un modelo que actúa por encima de los derechos inalienables de los individuos, violándolos. La cooperación social voluntaria y mutuamente beneficiosa nunca requiere de imposición política de una mayoría, un dictador o un partido único.

Imagine usted que su negocio es un kiosko de hot-dogs. Sus hot-dogs tienen una serie de ingredientes, y además usted incurre en otros costos para obtener el producto final. La única forma dinámica, eficiente y legítima de saber si la gente los quiere, es producirlos y venderlos. Si la gente los compra, usted sabrá que el hot-dog vale más que la suma de sus partes: pan, salchicha, mostaza, cebollas, su tiempo, el gas de la cocina, etc. En términos más precisos, el hot-dog es útil como actividad económica si la diferencia entre el precio final y los costos incurridos hace que valga la pena el esfuerzo. Eso, que sabemos a nivel individual en un negocio o actividad sin fines de lucro, es inexistente en el socialismo.

El problema fue magistralmente expuesto por Ludwig von Mises: dado que el valor es subjetivo y los precios reflejan la suma de esa subjetividad y la escasez de un bien, un sistema económico o industria que no cuente con precios libremente fijados –reales- va a desembocar siempre en el retroceso económico.

A través del sistema de precios se reflejan millones de gustos, preferencias y disponibilidad de bienes de consumo. ¿Es perfecto? Nada humano lo es. ¿Existe desperdicio e ineficiencia en muchas ocasiones? Por supuesto, pero la alternativa es peor. Sencillamente no hay reemplazo para el sistema de precios, que refleja las prioridades sociales y guía el proceso económico. Intentar sustituirlo con planes nacionales, regulaciones económicas o nacionalizaciones es un esfuerzo vano y destructivo.

Alrededor de 18,000 economistas participaban de la tarea centralizada en el Kremlin por fijar precios sin mercado, un esfuerzo vano por definición. Cada año más fábricas quedaban paradas por falta de partes pequeñas que no podían solicitarse dinámicamente mediante compras libres. La economía soviética, en palabras de un economista ruso, era un "ferrocarril tosco y feo, detenido por falta de tornillos". En Cuba sólo un 13% de los ingenios azucareros que la Revolución confiscó a sus propietarios sigue en condiciones funcionales, el resto son chatarra gracias a la falta de piezas de repuesto. Ni la Unión Soviética, ni Cuba pudieron sostenerse sin socios más cercanos al concepto capitalista, ya sea por imitación permanente de industrias, métodos y especializaciones profesionales, o bien por comercio estatal, en lo que se conoce como "capitalismo de estado". Los ciudadanos de los modelos totalitarios por su parte complementaron siempre sus necesidades en el mercado negro.

Cada actividad económica que se aísle del sistema de precios, empezará un lento declive. Así lo atestiguan la educación francesa, con la pérdida de sus estándares de posguerra y la medicina socializada en Canadá, que hace esperar meses a pacientes críticos y cuenta con una tecnología inferior a la de los Estados Unidos.

Los ingenieros sociales, diseñadores de utopías a costa de vida y propiedad ajenas, tuvieron el mejor acierto en la historia del marketing político al apropiarse del nombre socialista para autoetiquetarse. Sin embargo el nombre sigue causando confusión entre quienes tienen una gran sensibilidad social y aman el concepto de comunidad, sobre todo en nuestro estilo latino.

Sencillamente, el socialismo es lo contrario a la comunidad, en su concepto pacífico y voluntario. La imposición gubernamental es la señal de fracaso de quienes no lograron liderar voluntariamente un tema o proyecto social. Si usted al igual que yo, cree en la comunidad, en el liderazgo y en la ayuda a los más necesitados, no piense que es socialista. Sencillamente usted es humano. Politizar esas nobles intenciones provoca el efecto contrario: autoritarismo y subdesarrollo.

6 comments:

Aldo said...

Es incorrecto decir que el Socialismo fracaso,
el Socialismo nacio muerto !

Toda doctrina ideologica que predique "igualdad"
entre sus miembros (solo de palabra), y reprima la aspiracion individual a forjarse un futuro mejor no tiene cabida en un mundo civilizado.

Moshe said...

Y sin embargo hay giles, cutreros, y caviares que siguen queriéndonos pasar gato por liebre al continuar apoyando obsoletas ideas socialistas.

cvalqui said...

Lo más curioso es que un partido como el del retrograda Humala, autoproclamado“nacionalista” tenga como principales referentes y hasta posibles financistas, al Socialismo del siglo XXI de Chavez, Ortega, Evo…
Este nacionalismo que propugna Humala no es más que un disfraz del socialismo retrogado de los años 70s, que ya se sabe como termina: populismo, miseria y más miseria.

Mario Pablo said...

Hola, queridos chicarrones de Lurín, no puedo menos que alegrarme de reencontrarnos en este huarique donde la joda es el pendón, sin embargo, a ella debe agregarse la risa, franca y desternillante, porque los médicos dicen que preserva la salud. En este entendido, imagino que nuestro otrora anfitrión, COQ, se dignará vestirse, pues lo imagino calato, tomando limonada como el conejo Bugs, y enviar unas cuantas líneas, si no lo hace es porque tiró la toalla o pasó a mejor vida.
Sobre las indignadas líneas que le dedican al socialismo, mil veces muerto y siempre redivivo, apostillo: ¿Qué sistema económico y consiguiente estructura política, desde el siglo 17, empezaron a expandirse en Europa, hasta dominar los cinco continentes y hacerse de su arteria vital económica; fue el socialismo? ¿Este sistema, sustentando en el lucro extremo, ha solucionado problemas tan elementales como la alimentación y la salud, prerequisitos de la dignidad humana? ¿El "gran hermano" que Orwell denunció como criatura de regímenes socialistas autoritarios, a quién sirve ahora, en circunstancias que el preventivismo a ultranza justifica malamente la restricción de libertades y convierte a los ciudadanos en enemigos?

Moshe said...

Bienvenido, Mario Pablo.

Por si acaso he cursado invitación a todos los marabuntas conocidos, esto es, Víctor Sanchez, Enrique Yerén, Armando de la cruz, pero hasta ahora nada.

Ojala que alguno de ellos se anime a escribir.

cvalqui said...

Falta un socialista de polendas, el inimaginable Cajon de la Cruz.

Cajon sé que nos lees, escribe CARAJO