20 July 2011

Borges y las mujeres

A pedido de COQ, El Criollísimo, ex-propietario de un par de abandonados blogs, impenitente jilguero local y versión deustuana de Hugh Hefner:

Las mujeres en la vida y obra de Borges
El papel de las mujeres en la vida de Borges ha hecho correr ríos de tinta.  Respecto a su madre, por ejemplo, el hispanista escocés Williamson le atribuye una importancia fundamental en su biografía sobre Borges.  Esa cualidad de «madre opresora» fue desmentida por el propio Borges, que reconoció siempre la autoridad de su padre, y quien a diferencia de la «ignorante familia de su madre» (según el mismo afirmó) le heredó un «mundo intelectualmente más complejo», el idioma inglés y su biblioteca, el hecho más importante de su vida según su famosa confesión.   

Para Emir Rodriguez Monegal, por ejemplo, el papel de «Madre» en la vida de Borges era menor: «la parte que Madre juega en el mito personal de Borges: está siempre allí, siempre mencionada con cortesía, pero siempre mantenida (de manera muy sutil) en una posición subordinada.»  Prácticamente todos los biógrafos coinciden en esta interpretación de la menor importancia relativa de Leonor Acevedo en la vida de su hijo, excepto Estela Canto que fue víctima de su desdén.

Los pormenores de su estancia en Ginebra y España durante la adolescencia, en donde no sólo tuvo su primera y según todos sus biógrafos traumática experiencia sexual, sino que conoció a su primer amor, Emilie, y encontró una nueva literatura y nuevos amigos con quien compartirla.  La sorprendente y detectivesca «evidencia» del gran amor de Borges —cuya identidad ha sido siempre motivo de especulación— es la tan aparentemente tangencial Norah Lange.  A ella, por ejemplo, según Williamson, estarían dedicados los Two English Poems y, desde luego, Historia universal de la infamia.  La profunda huella que le habría dejado su rechazo, la supuesta rivalidad con el estentóreo Oliverio Girondo por los favores de Norah. Así, varias mujeres han gravitado en la vida de Borges: Emilie, Concepción Guerrero, Norah Lange, Estela Canto, Elsa Astete, María Kodama, a las cuales habría que agregar aquellas a las que les habría insinuado su simpatía sin éxito: Ema Risso Platero, Marta Mosquera Eastman, Cecilia Ingenieros, Wally Zenner, Sara Diehl, Beatriz Bibiloni, Delia Ingenieros, María Esther Vázquez, Luisa Mercedes Levinson, Esther Zemborain…

El sexo y las mujeres son dos componentes problemáticos de la ficción de Borges: la ausencia de estos dos elementos, que parece tan casual, realmente destaca la extrañeza de su exclusión.   Por ejemplo, las escenas de actos sexuales se hallan casi totalmente ausentes en los escritos borgeanos (el encuentro sexual de Emma Zunz con un marinero anónimo es la excepción más notable) y aun la más velada sugerencia de actividades eróticas se hallan limitadas a unos pocos relatos. 

Tan escaso como lo anterior en la obra de Borges son los personajes femeninos que tengan un papel central en la narración o que posean una personalidad independiente. En general prima su ausencia o una presencia meramente decorativa.  El mundo ficticio creado por Borges es un lugar donde las mujeres, si es que aparecen, parecen existir como objetos secundarios con el propósito de proveer a los hombres de una oportunidad para el sexo.  El sexo y las mujeres se utilizan principalmente como piezas de negociación en la relación entre hombres, nunca para la procreación o el placer. 


El sexo en la ficción de Borges, no es más que una táctica, una estrategia, que otorga significado y dinamismo a la interacción entre hombres.


5 comments:

Mario Pablo said...

Siempre será brava y difícil la relación que todos tenemos con nuestras madres, nos puede impulsar o atrapar sin remedio; creo que a Borges le pasó lo segundo y que nunca se liberó de las faldas maternas, felizmente esto no lo acojudó ni afectó su vena literaria, es más, su poca disposicìón a formar familia, tener hijos y tratar de ser siempre el centro, suele decirse: ser niño florero, contribuyó a que haga de su existencia creación permanente. Supo o consiguió estar por encima del estandar, del promedio, de la rudimentaria vida cotidiana, para enseñorearse en el mundo virtual de los cuentos y la poesía.
Mucho de lo que regla nuestro comportamiento tiene su origen en el temperamento de nuestras madres; en mi caso, con un padre distante, mi personalidad se hizo a partir de la imagen materna, no tengo empacho en reconocer que ante determinados asuntos, hasta hoy, mi respuesta es femenina, no está mal, pienso, porque el varón necesita, aunque sea una pizca, de feminidad.¿Comparten esto, saludados rabones demoniacos?

Moshe said...

Mario, no pierdas más tiempo yendo al Palacio de Justicia. Dedícate al psicoanalisis freudiano, ya que tienes pasta para ello.

Sobre el mismo tema, pido tu experto análisis y perfil sicológico del Barba Azul de Naciones Unidas y bastión de la castidad, el lúbrico aedo COQ.

Carlos Alberto Orellana said...

Te adelantaré algunos elementos,Shylock: al revés de lo ocurrido con Mario, yo tuve muy mala relación con mi madre desde siempre (ella aún vive y la distancia sigue siendo la misma). Siempre una persona bastante difícil. En cambio con mi padre las relaciones fueron estupendas, siempre fue mi modelo moral y una lección permanente de generosidad, prudencia y sabiduría. Sin embargo debo reconocer que el asunto no es tan simple, uno siempre esta ligado a la madre y cuando existe esta distancia hay una suerte de paradójico amor-odio, algo no resuelto que te marca. Eso lo he comprobado psicoanalíticamente: tuve una excelente terapia hace unos 12 o 13 años.
En cuanto al grado de feminidad o femeneidad (da lo mismo) concuerdo con esa afirmación que por otro lado fue un descubrimiento de Masters y Johnson y posteriormente corroborado por el Informe Hite de la sexualidad. Cierto que este grado de feminidad en los varones y de masculinidad en lasa mujeres ha sido tomado en cuenta por la comunidad homosexual para apuntalar la estupidez anticientífica de la "opción sexual", como si fuera posible optar en este sentido.

Carlos Alberto Orellana said...

Tu también debes ser psicoanalizado, hebreo. A ver ¿a qué se parece una botella y por qué a beber le llaman también chupar?

Moshe said...

Vade retro, falso Freud!