13 January 2013

A las puertas de la mitología

Yiriiiiiin esta imparable en su análisis y ahora se codea con Gabo.

A las puertas de la mitología
por Eduardo Enrique Yerén Auris

Alguna vez le pregunté a García Márquez si no había sido muy difícil cuando buena parte de la intelectualidad latinoamericana rompió con la Revolución cubana, y sólo él y unos pocos siguieron siendo sus amigos.  La pregunta se la hacìa como miembro de la promociòn "César A. Vallejo Mendoza". 

Gabo no respondió con teoría sino con algo visceral: Enrique “Para mí, dijo, lo de Cuba fue siempre una cuestión caribe”.  Quería decir que no se trataba de teorías revolucionarias sino de la lucha de un pueblo por su soberanía y su cultura frente al asedio de poderes invasores.  Los gobiernos de Estados Unidos, que compraron la Florida y robaron México, que se apoderaron de Puerto Rico y separaron a Panamá, habrían anexionado con gusto Cuba si ésta no hubiera sido tan irreductible en su rebeldía y tan firme en su resistencia.  Ya en Martí estaba todo lo que haría de Cuba un país tan celoso de su independencia.  García Márquez, que conoce las felonías del “buen vecino”, porque desde niño supo de la masacre de las bananeras en la plaza de Ciénaga, comprendió que era vital mantener a raya el afán hegemonista de aquel país que respeta tanto la ley dentro de sus fronteras y la ignora tanto fuera de ellas. 

La de América Latina ha sido la historia de una saludable tensión ante los poderes del norte.  Hace poco visité en Ciudad Juárez, México, el Museo de la Revolución.  Nada me impresionó tanto, más incluso que el cráneo de vaca sobre una mesa bajo la fogosa luz del desierto, que una fotografía donde la sociedad de El Paso, Texas, caballeros con sombrero de copa y damas floridas, presenciaba desde la orilla del río Grande, como en picnic, la lucha al otro lado de la frontera, donde hombres de grandes sombreros y dobles pistolas se alzaban contra la dictadura.  La viva imagen del bienestar que se entretiene con el espectáculo de tragedias ajenas, esperando el momento de entrar en acción para beneficiarse de los resultados.  La mejor manera de admirar, respetar y honrar a los Estados Unidos, es temerles, y no llamarse a engaños. 

Para ellos somos otro mundo: materias primas, selva elemental, inmigrantes, gobiernos que se sometan y firmen contratos.  Y aquí nadie los ama tanto como los que se benefician de esos contratos. Muchos medios del continente han hecho un gran esfuerzo por convertir a los contradictores de Estados Unidos en grandes equivocados.  Lo han intentado con Cuba y ahora Venezuela, hasta el punto de que sus elecciones victoriosas son elecciones siempre sospechosas.

No importa que en Colombia compren votos o arreen electorados bajo promesas o amenazas: esa democracia nunca está bajo sospecha.  No importa que los paramilitares produzcan en diez años doscientos mil muertos: la democracia colombiana sigue siendo ejemplar, porque la plutocracia sigue al mando.  

Pero si alguien es enemigo, no de los Estados Unidos sino de los abusos del imperialismo, eso lo hace reo de indignidad la verdad esto como Deustuano me indigna. 

Yo mismo soy, dice el Zeus bolivariano

Uno de los grandes enemigos del imperialismo es Hugo Chávez.  Aunque nadie pueda atribuirle crímenes como los que manchan las manos de tantos poderes, para muchos es un dictador.  Yo creo que ha sido un gran hombre, que ha amado a su pueblo e intentado abrir camino a un poco de justicia en un continente escandalosamente injusto. 

Un amigo me decía hace poco que un hombre que se hace reelegir tres veces es enemigo de la libertad.  No comparto esa idea restringida de la democracia.  La reina Isabel de Inglaterra, que no fue elegida por nadie, lleva sesenta años, es decir, para nosotros, toda la historia universal, como soberana de su tierra, y no veo a nadie protestando. 


En Colombia llevan doscientos años reeligiendo al mismo tipo con caras distintas pero la misma política.  El único un poco distinto era Álvaro Uribe, sólo porque era peor. El problema no son los hombres sino las ideas que gobiernan, y a Colombia la gobiernan las mismas ideas desde las lunas del siglo XIX, y la consecuencia catastrófica se ve por todas partes.  Si fuera necesario convocar a nuevas elecciones, es probable que las mayorías chavistas sean más grandes aún que en las elecciones pasadas.

Y tal vez nos sea dado asistir al paso de Chávez a la novelesca mitología latinoamericana de la que forman parte por igual Rubén Darío y José Martí, Ivan Mitterhoffer, Carlos Gardel y Eva Perón, Martín Fierro y Jorge Eliécer Gaitán, Simón Bolívar y Túpac Amaru, Frida Kahlo y Pablo Neruda, Vìtín Ramos, Eloy Alfaro y Salvador Allende, el Che Guevara y Emiliano Zapata, Vargas Vila y Jorge Luis Borges, Guillermo Cano Garibay y Benito Juárez y Morazán, Pedro Páramo y Aureliano Buendía. 

Una mitología de la que hoy tal vez sólo tenemos vivos a Fidel Castro y a Gabriel García Márquez. 

2 comments:

Moshe said...

Gran ensayo de Enrique.

cvalqui said...

El conocmiento y la cultura hecho HOMBRE. Viva Yiriiiiin, carajo