"Un delin"
Conversando, una amiga me comentaba que fulano de tal era “un delin”.
Lo dijo varias veces así es que me pareció un apelativo cariñoso. Cuando le hice notar que de las travesuras, el fulano había pasado a las barrabasadas, me dijo: “sí pues, es un delin”. Entonces caí que era su modo de nombrar a un delincuente, pero haciéndolo casi con un guiño cómplice, porque era amigo.
Y claro, mi amiga es bien limeña, de esas para las que todo es diminutivo; sus horas son “un ratito” y su medida de la enormidad es “un tantito así”; por eso su cariñoso apodo cuadraba perfectamente con un modo de percibir la vida.
Me di cuenta que muchas veces se tiende a no querer complicarse; a ver bajo una óptica, llamémosle benigna, lo que nos rodea. Me di cuenta que solemos pasar por alto o por agua bien tibia lo que está francamente mal, sobre todo si resulta que es cercano a nosotros. Se tiende a quitarle importancia, minimizándolo, haciéndolo gracioso, contando un chiste si es preciso. Y no nos damos cuenta que estamos aceptado algo que si fuera lejano, reprobaríamos.
Lo tremendo es que esto sucede en todas partes y a menudo. El que es delincuente, lo es, aunque sea amigo o familiar. Este prurito de condonar moralmente una actitud repudiable, seguramente hace que nos sintamos buenos; o por lo menos lejanos a la culpa. “Si es mi pariente, mi amigo o lo conozco, no puede ser tan malo porque yo soy bien bueno,”
Entonces vemos a personas para las que el latrocinio es una travesura, y un robo, una coima o un desfalco, tan solo una viveza. Gente que no solamente no condena los hechos, sino que le parecen pequeñeces aunque sean terribles.
Bueno pues, es así que estamos como estamos, porque todo está tan infectado que al parecer quien no cae resbala y es preferible sonreír, minimizando, que perder a los amigos y parientes.
El no querer pelearnos hace que no llamemos pan al pan y al vino, vino; que al que roba no llamemos ladrón y al que delinque le digamos “un delin”. El no querer pelearnos hace que usemos lentes que tiñen todo lo que vemos de color rosa.
Estamos hundidos hasta el cuello y no podemos continuar con los cuentos y excusas; el ladrón es ladrón, el que mata, asesino y no hay “delin” que valga aunque sea un pariente o amigo. ¿No le parece?
1 comment:
Esos delin abundan,que no quepa duda.
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