




Joda Criolla se pone culturosa, y presenta al gran Alejandro y su mentor, la mente más poderosa de su época (nació en el 384 antes de Cristo), Aristóteles. Y quien se encarga de hablar de ellos es nada menos que otro genio, el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel. (Stuttgart, actual Alemania, 1770 - Berlín, 1831). Nuestro tiempo no es concebible sin Grecia, Aristóteles y Hegel. He aquí el texto:
"Por otra parte, Alejandro tuvo por maestro a Aristóteles, el pensador más profundo y enciclopédico de la Antigüedad, el pensador más profundo de todos los pensadores, incluyendo acaso también los de la Edad Moderna. Él condujo a Alejandro - y esto es histórico - a través de la más profunda metafísica, que muchos de los actuales profesores de metafísica no pueden entender. Así Alejandro, espíritu genial, fue también interiormente libre; su ánimo se elevó al elemento del pensamiento; su naturaleza quedó perfectamente purificada y libertada de otros vínculos de la opinión, de la rudeza, de las vacuas representaciones. Sin prejuicios pudo dejar obrar a su genio. Aristóteles no menoscabó la espontaneidad de esta gran naturaleza; pero le imprimió la profunda conciencia de lo verdadero y con el espíritu genial de su discípulo un espíritu plástico, semejante a a una esfera flotando libremente en el éter.
Alejandro siguió en relación con su maestro durante sus expediciones militares. Pirrón, el fundador de la escuela escéptica, estuvo con él en Asia. Aristóteles compuso para Alejandro un tratado de la monarquía, según Plutarco refiere. Una doctrina de este libro parece haber sido la de que el monarca debía conducirse con los griegos egemonikos y con los bárbaros despotikos.
Una vez Alejandro, disgustado porque Aristóteles hubiera publicado lo que habían tratado entre ambos, reconvino a su maestro; este respondió entonces que su libro tanto era conocido como desconocido. Alejandro era tan digno de Aristóteles como este de su discípulo. Platón no educó a ningún estadista, pero Aristóteles hizo un verdadero rey, que imperó egemonikos sobre su ejército y sobre toda Grecia.
Así educado Alejandro, a los veinte años de edad, se puso a la cabeza de los helenos para conducir la Grecia al Asia. Este segundo Aquiles reúne de nuevo la Grecia en una empresa común. Cierrra la vida griega, como Aquiles la empezara. Concentrando así el poder de Grecia, se volvió hacia el exterior y difundió por Asia la cultura griega. Juntó al país, maduro ya en todas sus técnicas, pero ya sin realidad, bajo nuevas banderas, conteniendo en el interior la excitación todavía existente, para orientarla enseguida hacia la comarca madre, hacia el Oriente. Su fin era castigar las antiguas iniquidades, vengar a Grecia de cuanto Asia le había hecho durante largo tiempo y decidir la antigua discordia y lucha entre el Oriente y el Occidente.
Por un lado, hizo pagar a Oriente el mal que Grecia había sufrido por su culpa; por otro, le devolvió mil veces el bien que representó para Grecia el recibir de Asia los orígenes de la cultura. Alejandro difundió la madurez y elevación de la cultura sobre el Oriente, imprimiendo en el Asia, por él ocupada, el sello, digámoslo así, de un país helénico.
Esta fue su grande e inmortal hazaña, la obra de la más bella individualidad. Alejandro ha sido el más bello héroe individual.
"Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, pág488 . G.W.F. Hegel